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Escena II
Gaspar a Baltasar
“dios uos salue, senior: ¿sodes uos strelero?”
En la segunda mitad del siglo XII se escribió, por mano desconocida (probablemente un monje), el Auto de los Reyes Magos, una diminuta pieza teatral considerada de las primeras cuyo lenguaje se precipita hacia el castellano que hoy conocemos.
Se trata de una obra muy corta, en la que los tres Reyes Magos, cada uno en su lejano país de oriente, ven la estrella de Belén y deciden, primero, cerciorarse de que se trata de un nuevo astro en el cielo y, después, dirigirse hacia él esperando encontrar al niño. No es casual que sus caminos se crucen y que, al verse, se pregunten: ¿Sodes vos strelero?
Aunque se trata de un tipo de obra muy común, enmarcado en las Ordo Stellae, en las que se narra el descubrimiento de la estrella de Belén por parte de los tres Magos de Oriente, los críticos la han destacado por una característica que la distingue de las demás: estos tres sabios tienen la necesidad de cerciorarse de que, efectivamente, se trata de una nueva estrella en el firmamento. A ojo, contemplan el cielo. Su sincera preocupación por la verdad les lleva a confirmar científicamente lo que ven con nuevas observaciones.
¿Qué dirían hoy si pudieran utilizar un telescopio para cerciorarse de que, efectivamente, se trata de un nuevo astro, probablemente un cometa que atraviesa el cielo? ¿Qué dirían si pudieran acercarse al Gran Telescopio CANARIAS (GTC) y asegurarse, de un solo vistazo, de que esa es la “strela” que buscan?
Este enorme mecano de intrincadas barras de acero y ojo colosal, aún está en su fase de ajustes. Están empezando las pruebas de control del seguimiento, que se llevan a cabo durante la noche: comprobaremos cómo respira el telescopio, cómo corren líquidos por sus venas, cómo late silenciosa su inmensa estructura, moviéndose al compás del cielo, persiguiendo la luz…
Cuando se abra la compuerta de observación de la cúpula, en plena noche palmera, los astrónomos permanecerán en la sala de control, observando en sus ordenadores qué información está llegando.
Puede que algunos soñadores, emulando a los primeros observadores, permanezcan en alguna ocasión en la cámara del telescopio y miren hacia el cielo a ojo, sintiendo que es el Universo quien les está observando desde sus millones de ojos, esos que nos hablan de nuestro pasado, de nuestro futuro. No podemos negarlo: impacientes, queremos saber qué secretos nos desvelará, qué regalos nos traerá, cual inmenso Rey Mago, este telescopio.
Por su parte, el texto del Auto de los Reyes Magos permaneció discretamente ignorado durante mucho tiempo (hasta 1785), pues esta pequeña pieza, antecedente del teatro español, estaba escrita en la parte de atrás de un códice, hallado en la Catedral de Toledo. Un inadvertido “divertimento” en la contraportada de un manuscrito serio.
A partir de entonces ha sido objeto de numerosos análisis y estudios, ya que algunos consideran que la obra está completa y otros que está inacabada, incluso hay quien duda de la fecha de creación... Así que sigue generando preguntas y los especialistas siguen investigando.
Una muestra más de nuestro afán por conocer, por saber, por encontrar respuestas y, qué duda cabe, por disfrutar de la belleza de lo que nos rodea. Por eso, si tienen ocasión de parar un momento en estos días de ajetreo y desean respirar, miren al cielo… puede que alguien se acerque y les pregunte, perplejo, ¿Sodes vos Strelero?
Enlace a texto del Auto de los Reyes Magos
Natalia R. Zelman