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Paso a paso, por orden, cada pieza va tomando su espacio correspondiente. Como los músicos de una orquesta sinfónica, cada instrumento tiene su lugar y su momento.
Ahora que las subceldas están en su sitio y ya han terminado de ajustarlas, le toca el turno a la torre del espejo terciario. La grúa se encarga de hacerla llegar a la que será su ubicación definitiva, el punto en el que girará 180º para dirigir la luz... el centro mismo del espejo primario.
Ahora no pueden verla, su pintura negra debe permanecer cubierta hasta que se termine con los trabajos de instalación del resto de las piezas. Además, aún falta la parte superior, las pantallas de protección.
Pero tras ese envoltorio plateado se esconde la torre del espejo terciario, una estructura de 1,8 metros de diámetro que tendrá 7 metros de altura y se moverá girando sobre su base para dirigir el espejo terciario hacia el foco elegido.
Natalia R. Zelman